25.11.21 / 16:30h / Los Talleres
Un mundo mejor es posible, solo depende de que los seres humanos pongamos al servicio de los demás nuestra voluntad, talento y esfuerzo. Gracias a los asombrosos avances desarrollados en el campo de la neurociencia y las ciencias cognitivas, entre otros, sabemos que el entorno influye en nuestras emociones, en nuestros comportamientos y en nuestras relaciones personales. Y lo más importante de todo es que influye en la fisiología de nuestro cerebro.
La pregunta clave que emerge de forma natural es: ¿Cómo debemos diseñar los espacios para que esa influencia sea positiva? ¿Cómo podemos contribuir a que el mundo sea un lugar mejor para todos? La respuesta es tan sencilla como compleja: volviendo a nuestros orígenes en los que habitábamos la Sabana y entendiendo cómo nuestro cerebro reaccionaba a los estímulos de su entorno buscando la mera supervivencia de sus genes.